Su padre vio en él a un prometedor jugador de crucúret; es más, solía ver partidas completas de crucúret en el televisor que Patitas tenía incrustado en el tórax. A los seis años, Patitas conoció a una persona que lo marcó para siempre (tatuó un sol en su frente), pero poco antes de ello, atravesó una depresión (cayó desde tan alto que perforó el suelo), falleciendo en el acto.
¿Cómo entonces, preguntaráse el lector avispado, resulta que este artículo se trata de Patitas, si ya me lo mataste? Pues bien; he aquí el nudo de la cuestión, y vamos a desanudarlo: este artículo no tiene demasiado sentido, ni tiene por qué tenerlo.
Además de dicha consideración, hay otra, inherente a nuestra historia, vista desde dentro de la enciclopedia, y no desde fuera. Ocurrió que Patitas, era un calamarcito un poco apresurado, y se precipitó, sólo que lo hizo desde lo alto de una terraza y fue a dar en un bache.
Pichito no siempre tiene puntería, pero en esa ocasión acertó. Acertó a pasar por el momento (o sea por el lugar, en el preciso momento en que) en que Patitas recortaba su silueta al fondo del buraco. Quedaron ocho agujeritos en la calle como en un dibujito animado - tal cual. No se vayan a pensar que el Payaso le dio de beber umpoco de su secreto elixir de la inmortalidad, ni que la nuezósoma señorita Vork le transmitió su fórmula de la innatalidad. Nah, nada que ver.
Pichito tuvo la ocurrencia de hacerle creer a su ambiguado Ernestito que Patitas nunca había muerto, para lo cual hubo de realizar varios intentos.
En primer lugar, asistido por la Chinfulesa y Bloblu, confeccionó un disfraz de Patitas que él mismo (Pichito) vistió. Situóse entonces en las puertas de la ciudad hasta que Ernestino y la Palmera lo divisaron. Creyendo que se trataba de un regalo de Pichito, ingresaron al calamar a la ciudad. Llegada la noche, los soldados, que aguardaban el anochecer dentro de los tentáculos, fueron saliendo. Pero creo que me estoy mezclando las historias...
La cosa es que, el disfraz, le quedaba algo chueco a su creador. Pichito en efecto vivió algunos días con Ernestino y la Palmera, pero no transcurrió demasiado hasta que la Palmera comenzó a sospechar -intuición arborina- que su hijo nunca antes había tenido la nariz roja. Ernestino en cambio jamás se avivó, puesto que el sombrero lo cubría por completo -excepto los pies, claro-.
Con la excusa de que salía a comprar mentolina para el abuelo, Pichito, la Chinfa y Bloblobloblub confeccionaron un segundo, brillante e innovador plan, fruto de la rica imaginación de la Chinfulesa: hacer un segundo disfraz. El segundo salió aún peor que el primero, de tal forma que Pichito se parecía más a sí mismo con el disfraz puesto que sin él.
En ese tiempo, el adelantado Íteles Óteles pudo determinar, ``después de centurias de oscurantismo'' (según sus propias palabras) que la duración del año edacvestre era de 365 días, hecho que dedujo a partir de la experiencia, de la meticulosa observación y mediante un método puramente empírico (contando los días entre las fiestas), descubrimiento que, junto con el hallazgo del Otro Continente, configuró un nuevo panorama en la sociedad de la época.
Pichito y su equipo decidieron, al fin, que la opción más segura era contratar otro calamar (Luis Luciano) para suplantar a Benjamín Pánfilo. Se corre el rumor que quizá esta decisión fue la que se tomó en El Coloquio de los Cinco (aunque algunos afirman que se trata de un rasgo o característica genéticamente heredado y transmitido, otros creen que, lejos de ello, se trata de una Convención). También se dice que Luis Luciano ayudó a concretar el rapto y ulterior fusilamiento de la Palmera. Pero el fumar era perjudicial para la salud.