Hete aquí que en los comienzos de la Era del Sol Pelado, la ira del astro lo llevó a ocultarse en una caja de zapatillas deportivas.
La severa oscuridad que atravesó Edacval durante el prolongado lapso de dos días quiso que las formas de vida se adaptasen, de acuerdo a sus capacidades biológicas; y la selección natural hubo de impedir la supervivencia de cuantos no lo hicieron.
Fue así como varios señores, surgidos a lo largo de la superficie del Noveno Continente toda, portaron la luz en sus diversas formas.
El señor Pluscuamperberto (mejor conocido como Beto), por ejemplo, extrajo de la base de su cráneo un pabilo, que encendido daba lugar a una llamarada de varios colores y a la vez iba consumiendo y derretía al pobre Beto, cuya piel terminó acumulada en la base de un candelabro. Beto ardió por el plazo de una ubnube y media, y los pobladores de Pluplanca Oxoriental celebraron el acontecimiento de una fogata. El adelantado Íteles Óteles observó entonces que la fogata que habían encendido con ramitas de tilópido, además de perfumar el ambiente con una áspera esencia, daba muchísima más luz que el raído pabilo de Beto, situación ante la cual concluyó que el fallecimiento de Pluscuampemberto había sido en balde.
Habiendo fracasado dos de los menos importantes personajes que figuran en esta enciclopedia, pasaremos al otro extremo: queriendo afrontar el problema de la oscuridad, el Payaso Pichito llamó, de entre sus discípulos, al que tenía sangre más fiel: Flavio Fiel.
Después de una arduísima labor investigativa, y tras la muerte de numerosos monos -e incluso de ciertos de sus discípulos menos estimados- Pichito consiguió implantar una lamparita en el ombligo de Flavio. La bombilla era de 5 watts. Pichito la denominó Luz de Flavio, y los especialistas (Pichito) predijeron todo el mundo tendría su Luz de Flavio instalada en la panza en menos de un lustro.
Los brillantes resultados (y en el sentido más literal) generaron grandes expectativas en la población, y varios centenares de edacvalinos, queriendo ensalzarse y destacarse como vanguardistas, se realizaron la intervención por un costo altísimo que fue a parar a las manos del Payaso, quien declaró públicamente un ingreso de diez mil lingotes de chámisa. Una vez dados de alta (al segundo día) los individuos quirúrgicamente tratados por Pichito advirtieron que éste les había colocado una pila en la panza, pegada con cinta scotch, y hubieron de reconocer que habían sido estafados.
Vióse Edacval en tinieblas. El sol volvió a salir, pero ahora era cinco mil lingotes de chámisa más rico.