La leyenda cuenta que el primer ermitelio nació en una tarde mística de un día pacífico, mientras Ernestino el Pequeño en pantuflas engullía un choripán.
Los ermitelios son animalejos de coloración blancuzca, que se la pasan toda su vida en hibernación. Desde que nacen, conservan su tamaño y su forma rectangular y aplastada. Son prácticamente inmortales, pero al envejecer se vuelven amarillentos. Muy raras veces se desplazan por sus propios medios, dado que carecen de órganos locomotores; suelen desplazarse en los días de mucho viento. Los caracterizan ciertos hechos sumamente notables: los ermitelios no necesitan alimentarse, y son incapaces de reproducirse. Su piel absorbente los convierte en un perfecto soporte para la escritura y, por su carácter inmutable, en más de una ocasión han sido confundidos con papeles.
Las doctrinas pastoísta e hilarista del rincón (por lo demás abismalmente opuestas) coinciden, sin embargo, en que los ermitelios no son papeles, puesto que aquéllos tienen alma y éstos no.
El Payaso Pichito interroga, en su Carta Abierta a los Ermitelistas acerca de la existencia de algún método concreto para la determinación de la papelidad o ermitelidad de un ente. En palabras de Pichito: ``¿Pero cómo me doy cuenta de si es un papel o un ermitelio?''.* Los designios de Nuestra Caléndula Mayor son inescrutables. * Sólo un ser tan payaso podría formular una pregunta tan impertinente. * Cuando un ermitelio fallece, pierde 16 gramos, que son el alma.
Los resultados del experimento indicaron que la gente respondía cualquiera. Los ermitelistas más despiertos hicieron la aguda observación de que, en realidad, era Pichito el que no sabía diferenciarlos, y había puesto dos papeles. Los más desconfiados aseguraron que Pichito, intencionalmente, había colocado dos ermitelios para confundir a la comunidad científica. Los ermitelistas más inseguros creyeron en los resultados, y temieron haber confirmado las antiguas y terribles sospechas de que, en verdad, aquello a lo que siempre habían llamado ``papeles'' eran los ermitelios, y viceversa.