Casi todos los días, Pichito fusilaba a algún dictador del Noveno Continente en nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
Fue en ese momento que a Stragagmesani le cayó la ficha. ``Claro,'' se dijo, ``Pichito siempre ha sido Estados Unidos''.
Entonces Ernestino le dijo: ``Eh, Pichito, ¿te parece bien matar para castigar a los que matan? ¿No es un poco hipócrita de tu parte?''.
Quizás Ernestino tenía razón.
O quizás también era que Ernestino no entendía las verdaderas motivaciones de Pichito. ``Ernestino: el árbol no te deja ver el bosque. Vos estás mirando individuos. Los individuos no me interesan. Una vida más, una vida menos. Mi objetivo es preservar el orden social. Yo miro las cosas un escalón más arriba que vos. Si fuera necesario morir, con gusto me haría colgar del cogote. Mi actitud no es hipócrita porque al matar no estoy castigando que otros hayan matado. Estoy previniendo algo más importante que una muerte.''
``¿Y por qué vamos a admitir el orden que vos querés establecer? ¿Y cómo sabemos que lo hacés de buena fe y no para tu provecho?''
``Mirá Ernestino, eso no es un argumento. Vos pensá lo que quieras. Yo lo hago y punto. Si te parece que hay una forma mejor de hacer las cosas, sos libre de actuar, igual que yo actúo.''
``Vos sos un facho.''
``Si en lugar de matar para establecer el orden, matara para que nadie trate de establecerlo, me llamarías anarquista, y sería lo mismo.''
``Lo que no me cierra es que tengas que matar a alguien.''
``Para vos el fin no justifica los medios; para vos el hombre (o el sombrero en tu caso) es un fin en sí mismo.''
``Yo solamente pienso qué pasaría si todos hicieran como vos.''
``Yo pienso qué pasaría si nadie hiciera como yo.''
Al contrario de lo que suele ocurrir en las discusiones políticas de la vida real, y de acuerdo con la escasa inspiración del taquígrafo presente, en aquél momento el Pequeño y el Payaso se quedaron en silencio. Ninguno de los dos sabía qué más decir.