Nació el 15 de mociembre del año 3163 de la Era del Sol Pelado, en una listérnica ubicada en el territorio que ahora comprende (o no comprende) el controvertido Pozo sin Fondo de Pluplanca.
Su padre, herpnitacólogo constructor de bosques, obligó a Blimviznurrin a permanecer en una de sus construcciones hasta el final de su adolescencia. Este hecho lo marcó para siempre. Según análisis psicofrutistas, la adolescencia de los herpnitacos suele ser la etapa más difícil de superar, llegando en la mayoría de los casos a prolongarse por la totalidad de sus días.
Los Bosques Artificiales de Pluplanca siempre fueron desdeñados por Blimviznurrin por considerarlos una burda copia del Bosque de Pinos Después de Llover situado en la zona húmeda de Alefragancia.
La estadía de Blimviznurrin en los bosques artificiales de su padre fue amarga y oscura. Dedicaba la mayor parte de su tiempo a consumir mentolina y a pintar micopictos (miniaturas coloreadas sobre caparazones de micosín), que luego su padre exponía para atraer a los pluplanqueños a las visitas guiadas pos sus bosques.
Este hecho disgustaba tanto a Blimviznurrin que decidió dejar de pintar. A partir de ese momento, el destacado artista se convirtió en un ser huraño y reprimido, y los bosques de papá Arrananana quedaron arruinados para siempre.
Cuando tenía 18 años, Blimviz tuvo una revelación. Después de quedar seleccionado entre doscientos cincuenta aspirantes para limpiar los inodoros de la sede principal de la Asociación de Herpnitacólogos de la Civilización de Oxoriente, Blimviznurrin comprobó que la pronunciación de su nombre afectaba intensamente la sensibilidad de sus oyentes.
El tiempo fue convirtiendo a Blimviznurrin en el ser más tierno del mundo Edacval.
Pese a sus experiencias como recolector de residuos, al flamante herpnitacólogo le costó mucho adaptarse a las complejidades de la limpieza de inodoros. En una de las partes más trágicas de su autobiografía, Blimviznurrin narra cómo su espíritu asustadizo lo obligó a salir corriendo de los baños, cuando un pequeño inodoro exclamó, con un chillido a la vez gracioso y fatal: ``ia estáa''.
La Asociación de Herpnitacólogos interrogó a Blimviznurrin sobre las causas de su mala conducta ante los inodoros y el afamado herpnitacólogo respondió: ``que ze limpe zolo!''. Ante tan inmadura respuesta, Erbijail Arveja, director de la Asociación decidió castigarlo expulsándolo de Edacval por cuarenta y ocho horas. El destino de Blimviznurrin fue Villa Victoria, lugar donde se encontró muy a gusto limpiando inodoros tan interesantes y fuera de uso, y dejando extrañas anotaciones en el libro de visitas.
Algunos maldicientes seres acusaron a Blimviznurrin de tener una relación demasiado estrecha con su amigo y compañero de aventuras Acloclaclat (cuyo nombre afectaba la sensibilidad de los oyentes de modo diametralmente opuesto al de su tierno amigo). Pero el flemófono que el cordial herpnitacólogo envió a Acloclaclat en su sexto cumpleaños, luego de encontrarlo tirado en la basura, fue una incontestable prueba de la masculinidad de ambos.
Una calurosa tarde de mociembre la vida de Blimviznurrin cambió para siempre. En el último e inacabado capítulo de su autobiografía, él mismo narra cómo, mientras canturreaba unas gulipentas, vio que algo asqueroso flotaba en uno de sus inodoros. Ante la desagradable sorpresa, el herpnitacólogo salió corriendo y se chocó, frente a frente, con el Viejo Señor Pichito.
La inmortalidad de Arrananana es el misterio que más apasiona a los edacvalinos. Pero la mayoría de ellos no duda en considerar que la calurosa tarde de Mociembre en que Pichito y Blimviznurrin se encontraron, dieron lugar a una reñida partida de crucúret. La habilidad del herpnitacólogo para jugar a la mayoría de los sub juegos habría superado a Pichito, quien, dejando de lado su implacable orgullo, le habría legado una porción de su inmortalidad.